viernes, 4 de abril de 2014

Madrina

Injusta la vida, tanto que queremos, tan poco que tenemos. Unos sufren por la falta de esperanza, porque no tendrán quienes perpetúen su apellido, quienes carguen su legado, y aquellos que lo tienen los olvidan. Pero bendecido el día en que Dios puso en el camino esa mujer que sufrió la perdida de un pedazo de su alma, pero que decidió aferrarme a su vida como un naufrago desesperado. Tanto que necesitaba un oído que escuchara mis dolores y pesares, un abrazo cuando sufriera de amor, un consejo cuando estuviera confundía ante las decisiones y allí estaba ella, incondicional, como una Santa enviada del cielo por el mismo Dios. Agradezco cada día tu existencia, eres el hada madrina de esta Cenicienta, la columna, el soporte, la alegría de saber que no estoy sola en el mundo, sabiendo que aun en tu dolor me creas una sonrisa y que si hubieras podido escoger quien nacería de ti hubieras dicho mi nombre y hubieras dado todo, como ahora lo haces. Amiga, madre... Madrina.