Estoy odiando ese momento donde sientes que la vida es miserable... donde sientes que te fallas a ti mismo, o a la vida, o a Dios... A lo que sea, pero fallas. Es que no importa lo que sea, quizás una palabra que no te gusta decir, temas de los que no te gusta hablar, pensamientos que no quieres tener, deseos incorrectos, acciones... Y lo haces, y te prometes que no lo volverás a hacer, y caes otra vez. Es como un circulo vicioso y podemos pasar años en eso, ponle nombre, lo que quieres: alcohol,malas amistades, sexo, pornografía, influencias, malas decisiones, infidelidades, ir en contra de tus valores, robar, matar, maltratar física o verbalmente, mentir, lo que sea que te ate. Uno se siente tan poco después que hace alguna de esas cosas, es como romperse una promesa uno mismo. Es frustrante, desesperante, desilusiona... si, porque uno se puede desilusionar de uno mismo y es triste. Pero es bueno saber que las promesas, aunque se rompan, marcan un compromiso que puedes renovar. No es malo fallar, como dice una frase y se que es un cliché, pero nada llena mejor este final que: Lo importante no es caer, es volver a levantarse y seguir. Siempre esta Dios, o esa fuerza, energía, amor, como le digas, que da una segunda oportunidad, que te hace recapacitar. Al menos promete que te levantaras.
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