martes, 29 de marzo de 2011

Sigue el juego, aun hay tiempo.

El sol de las dos de la tarde le derretía la piel. Una gota gorda de sudor le bajaba por la nariz, la arena caliente como en desierto, a la misma vez un reloj de arena para ganar o perder. La seriedad se adueño de su rostro, las cejas fruncidas y el tabaco en la boca. Tenia mas fuerza que nunca en su brazo derecho, media la distancia, miraba y levantaba la pierna para el lanzamiento. La presión era demasiada, en las gradas se sentía. Los gritos, los insultos, los sarcasmos, pocos positivos, cero motivaciones. Yo no entendia nada, pero el peso que debía sentir el en esa loma tambien lo sentia yo. El calor y el nerviosismo me tenian las piernas sudando y la gente con su gritería me pusieron la cara roja. Dos entradas seguidad y el corazon que se queria salir. La cara de frustracion que llevaba me estaba matando de dolor. Esto es cuestión de ser uno. El hielo le cura el dolor del brazo, a mi me toca tratar de curar su alma. Pensaba en sus fallas y se culpaba por no demostrar el talento que tiene. El no se a dado cuenta de que pertenece a ese lugar, no ha aprendido a hacerse sordo antes las multitudes, no se bloquea la mente y afina la mirada como un águila. Es cuestion de tiempo, de ganas, de motivación. La desconfianza hace que te saquen del juego, intenta no sacarte tu mismo. Tenia tantas ganas de gritarle: ese es tu lugar, haz lo tuyo que nadie sabe mas que tu. Pero me hacia muda, eran suficientes gritos y quizás los míos no harian diferencia. Una oportunidad mas, otra entrada, el pecho se me sale de sitio y el practica los lanzamientos. La mente peor enemigo donde quiera que lo pongas, mejor combatiente la capacidad. Sigue el sol, sigue el juego, aun hay tiempo.

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