Entro a la habitación, las paredes estaban húmedas y frías. Afuera caía una lluvia torrencial, se escuchaban los chorros caer de los techos, las gotas eran gordas, pesadas,como si fuera sangre lo que llovía. Tenia la piel erizada por culpa de las lloviznas que no puedo evitar de camino a su apartamento. Se había quitado la camisa cuando de repente tocaron la puerta. Se sorprendió al ver a Cristobal, el chico con el que llevaba saliendo varios meses. Ni se movió para vestirse de nuevo... no tuvo tiempo. Cristobal se hecho sobre ella como caballo desbocado, comenzó a besarla con descontrol. Estaba mojado por la lluvia, temblaba, aun no sabe si de pasión o de frío. Tenia la respiración agitada, dolía respirar, el ambiente estaba húmedo, en todo el sentido de la palabra. El le desgarro la falda, literalmente, es un salvaje. Ella pasaba sus manos por su cabeza, mientras el se quitaba la camisa. La subió a su cintura, ella ya empezaba a dar gemidos de deseo. La puso sobre la mesa del comedor, sin importarle nada de lo que allí hubiera... se callo un plato de cristal, los vidrios le hicieron cosquillas en la piel. Ella le aruñaba la espalda con fuerza, con ganas, el respiraba como un toro en sus oídos. Ya no tenían nada de ropa, nada de mascaras... pero si mucha prisa. Afuera seguía lloviendo, las gotas chocaban en las ventanas como piedras. Ella lo quería dentro, pero pensó diferente y lo detuvo... no habían cruzado palabras, rompió el silencio diciendo : Déjame probarte. Cambiaron de posición, el se acostó en la mesa... ella empezó a morderle las orejas, bajaba con su lengua por el cuello, le gemía en los oídos... el estaba desesperado por tocarla, ella no se lo permitía. Paso sus dedos por su pecho, mientras con la otra mano tocaba su sexo. El solo la miraba y sonreía, como un niño consentido que consigue lo que quiere. Cada vez que el intentaba tocarle ella lo detenía. Diez minutos mas tarde, con la rutina repetida y sin tocarla, llovía sobre ella su semen. Fue como uno de esos chorros que bajaban del techo, demasiado. Ella le dio permiso para tocarla, pero con una condición, solo podía tocarla del pecho para arriba, su sexo lo tocaría ella. Mientras el le halaba el cabello, la mordía en el cuello, le apretaba los senos como pedazo de plastisina... ella se acariciaba el clítoris.... en cinco minutos, le pedía a gritos que la tocara, y la lluvia callo sobre las manos de el. Exhaustos se tiraron uno al lado del otro, respiraban a la vez, se reían, se miraban. Le pregunto: Para que viniste? El le contesto: Las gotas trataron de tocarme como tu, pero solo me hicieron desearte mas.
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